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2 2: Del siglo XV al XVI

DEL SIGLO XV AL XVI

1499: CUANDO COMENZARON LOS PROBLEMAS 

Fernando e Isabel, Reyes Católicos

A partir del matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469 y el nombramiento de ella como reina cinco años más tarde comenzaría el proceso de control hegemónico y homogeneización de la cultura y sociedad en España. Para mantener la autoridad y el orden, los reyes nombrarían “corregidores” en 1479. Estos dirigirían a un cuerpo de funcionarios encargados de resolver problemas en las ciudades y villas castellanas: ejercían autoridad en los ámbitos judicial y administrativo, actuando como jueces, haciendo cumplir las leyes, se encargaban de gestionar impuestos, controlar gastos municipales y supervisar a los funcionarios locales. Los corregidores tenían gran poder, pero también estaban sujetos a límites y mecanismos de supervisión para prevenir abusos. Todo ello sería el germen de la fundación de la Inquisición poco después y de la certera búsqueda de la identidad común como cristianos, es decir, de la homogeneidad religiosa en España. La conquista de Granada y la expulsión de los judíos en 1492 sería solo el primer paso; después, vendrían el reparto de las tierras conquistadas entre los señores cristianos y la conversión forzosa de los musulmanes en 1502, los cuales pasarían a ser “moriscos”, término que los distinguirá de los “cristianos viejos” y que indicará su “mancha original” en los siglos siguientes. La única alternativa para los que no quisieran convertirse, como les había ocurrido a los judíos diez años antes, era el destierro, por el que muchos optaron, especialmente en el norte de África. Sin embargo, la gran mayoría decidió bautizarse para permanecer en la tierra donde sus ancestros llevaban viviendo varios siglos.

Durante ese periodo de reinado de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, las relaciones entre los grupos gitanos y las diferentes sociedades europeas fueron empeorando de forma progresiva y los primeros empezaron a ser vistos como intrusos que no encajaban en el modelo social de control que estaba surgiendo a medida que se acercaba el nuevo siglo. En la última década del siglo XV, los ayuntamientos comenzaron a recibir quejas formales por parte de sus vecinos; crecía el miedo y la desconfianza hacia un grupo que se comportaba de manera diferente a la de la mayoría y, con ello la intolerancia hacia la presencia de gitanos. Lo que comenzó en pequeñas zonas localizadas terminaría por extenderse y provocaría la intervención del estado en un intento por solucionarlo. Debido a su nomadismo, vagabundeo y falta de una definición clara, esta población flotante se percibía como peligrosa y sin escrúpulos. Se les acusaba colectivamente de circular en grupos armados y de ser virtualmente responsables individualmente de delitos como robo de aves de corral, falsificación de moneda, mendicidad, libertinaje y prácticas como la quiromancia, e incluso aborto. La solución que tomaron las diferentes naciones europeas fue bastante extrema; tales fueron los casos de, por ejemplo, Milán (Italia), de donde fueron expulsados en 1493. Entre 1497 y 1500 se emitieron edictos imperiales en Alemania en los que se acusaba a gitanos de espionaje y se buscaba una solución para expulsarlos, acción que se llevaría a cabo en 1500: todos los gitanos tendrían que abandonar tierras alemanas antes de Pascua. Después de dicha fecha, ya no sería delito si alguien cometía un hecho violento contra ellos, por lo que quedarían al margen de la ley. Sin embargo, los gitanos no se moverían de allí, lo que haría que se volvieran a emitir edictos contra los gitanos a lo largo del siglo, como en 1544 o 1548. A partir de 1551, todos los salvoconductos de que dispusieran los gitanos itinerantes dejarían de ser válidos en todo el imperio.

Luis XII, rey de Francia – Taller de Jean Perréal (1530)

De Francia también fueron expulsados en julio de 1504 por orden del rey Luis XII, incluidos aquellos que dispusieran de un salvoconducto, pero, viendo que no se marchaban, proclamó la pena de muerte a los gitanos que siguieran en su territorio en 1510. Durante el siglo XV en Francia, la población desconfiaba de grandes grupos de personas en movimiento debido a que la Guerra de los Cien Años (1337-1453) había generado temibles bandas de vagabundos y compañías de soldados que intimidaban tanto a campesinos y aldeanos como a burgueses. Los gitanos sufrieron las consecuencias de ello. Después vendrían diferentes decretos de expulsión proclamados en Portugal (1524), Inglaterra (1530) o Dinamarca (1536) que, como ocurría en todos los países debido a su ineficacia, se repetían de forma periódica. Por ejemplo, en 1561, Carlos IX de Francia ordenó  expulsar a todos los gitanos en un plazo de dos meses, bajo pena de galeras y castigo corporal. Si alguno era encontrado o regresaba después de que se cumplieran los dos meses, en caso de ser hombre, serían entregados a las galeras, donde servirían por un periodo de tres años. En Inglaterra, se firmó el decreto conocido como “Egyptian Act” en 1530, el cual acusaba a los gitanos [Egyptians/egipcios] de utilizar prácticas engañosas, como afirmar que podían predecir el futuro, y de robar. La nueva ley prohibía la entrada de más gitanos y daba un aviso de dieciséis días a los presentes para que se marcharan. Los bienes robados debían ser devueltos a sus legítimos propietarios y aquellos romaníes que violaran la ley verían sus propiedades confiscadas, y el producto de la confiscación sería dividido entre el Soberano y el oficial que los arrestó. Como dicha ley no tuvo mucho éxito, se decretaría una nueva en 1554, con el mismo nombre, que enmendó la anterior e imponía multas a los individuos ingleses que introdujeran gitanos ilegalmente en el país. Dicha ley establecía la deportación como castigo para los romaníes atrapados en Inglaterra, con la posibilidad de ejecución en caso de incumplimiento. Sin embargo, aquellos que se habían asentado y ya no eran nómadas quedaban exentos de estas leyes. El objetivo principal era reprimir la “vida y compañía traviesa, ociosa e impía” de los gitanos, ya sea obligándolos a asentarse, abandonar el reino o enfrentar la posibilidad de ejecución a discreción de la Corona. El término “egipcios” utilizado en las leyes se refería tanto a los romaníes como a otros vagabundos y pícaros que llevaban un estilo de vida similar. Las leyes seguirían sufriendo revisiones en vista de su escaso éxito en su objetivo de erradicar la cultura gitana y, en muchos casos, no llegaron a cumplirse. La mayoría de gitanos no se escondieron; sus líderes seguían llamándose “condes” o, en una nueva tendencia, “capitanes”, y sabían cómo obtener pasaportes y salvoconductos. Incluso, algunos recibían tratos de favor por parte de las altas esferas. Tal es el caso de Antoine Moreul, a quien el rey Francisco I de Francia tomó bajo su protección en 1544 y llamaba “su amado capitán de la Pequeña Egipto”, llegando a ordenar a sus funcionarios que le permitieran realizar su peregrinación a Santiago de Compostela u otros lugares, y quedarse en cualquier lugar durante varios días si lo necesitaba junto a sus acompañantes. 

 

BUSCA INFORMACIÓN SOBRE LA “RECONQUISTA”. ¿QUÉ HAS ENCONTRADO? ¿QUÉ TE SUGIERE ESA PALABRA DENTRO DEL CONTEXTO EUROPEO DE LA ÉPOCA? ¿EN QUÉ TERMINOS INTERPRETAS LA NECESIDAD DE LA RECONQUISTA DE UN TERRITORIO? 

 

LA PRAGMÁTICA DE MEDINA DEL CAMPO 

        En 1491, los Reyes habían otorgado una patente a varios condes de Egipto Menor, permitiéndoles realizar peregrinaciones por su reino durante quince años. Aunque debían pagar algunos impuestos, se les garantizaba protección y amparo reales. En su afán por unificar la cultura y la religión, los Reyes Católicos se dieron cuenta de que los grupos gitanos que vagaban por sus reinos estarían presentes de manera permanente y no temporal como se creyó en un principio. Para responder a las quejas de los ciudadanos, decidieron poner fin a la libertad que habían disfrutado durante la mayor parte del siglo XV. La política cultural llevada a cabo por los monarcas requería necesariamente establecer límites y fronteras para funcionar adecuadamente. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las fronteras implican separación, lo cual lleva inevitablemente a la exclusión y el rechazo. Prohíben el acceso a lo desconocido y lo diferente. Al cruzar estas fronteras, ingresamos a otros espacios con significados exclusivos, esferas culturales distintivas y símbolos únicos. En este entorno, en la España de los Reyes Católicos existían formas de ser, pensar, explicarse a sí mismo que estaban organizadas por una estructura interna propia y específica de un programa cultural particular fundamentado en la exclusión del diferente. Cualquier elemento que no encajara en este contexto, que fuera diferente o se percibiera como diferente, generaba un impacto en la conciencia general del grupo. Este encuentro con lo distinto tiende a radicalizar a los grupos involucrados y, con la radicalización venía también la redefinición y la necesidad de reafirmación de su identidad, lo cual era una forma de protegerse ante lo que se consideraba la amenaza del Otro. Dicha forma de protección hacía imposible el diálogo y la capacidad de comprender al diferente a uno.

En una sociedad española, cada vez menos rural y deseosa de mudarse a las ciudades para establecerse en ellas, la forma de entender la vida de los gitanos quedaba fuera de lugar para la mayor parte de ciudadanos. En este momento, el término “gitano”, o egipciano, que era el que se usaba en 1499 y que alternará con el de gitano en los dos siglos siguientes, no solo se aplica a un grupo étnico, sino a una población que adopta un estilo de vida específico que los sitúa fuera de las normas establecidas, lo que los hace hábiles para evadirlas. Como resultado, la comunidad gitana será objeto de una serie de estereotipos que los harán especialmente vulnerables. Como veremos en las diferentes normativas que se exponen y analizan en este curso, esta confusión durará varios siglos y en numerosos preceptos se intentará distinguir entre aquellos que son gitanos de aquellos que viven como gitanos y, en muchos casos, contribuirán a alimentar la dificultad de diferenciar al gitano del que no lo es. Así, mediante la emisión de la Pragmática del 3 de marzo de 1499, se les otorgó un plazo de sesenta días para establecerse en lugares designados y servir a los señores. Curiosamente, los mismos monarcas habían estado otorgando salvoconductos únicamente dos años antes a otros gitanos, y en julio de 1497, en Medina del Campo, el mismo lugar en el que se redactará la pragmática, le escribieron cartas de recomendación a “caballeros de Grecia” para realizar su “penitencia y peregrinación a Santiago de Compostela y otros santos lugares”, tal y como hicieron monarcas precedentes con los primeros grupos de gitanos. En esta primera pragmática se delinean tanto la percepción social que existía a finales del siglo XV sobre los gitanos como las medidas que se mantendrían constantes durante los siglos siguientes. Desde este momento se puede apreciar una marcada diferencia en el tratamiento jurídico hacia los gitanos en comparación con otras minorías como musulmanes o judíos.

A continuación, se muestra una transcripción de dicha pragmática del 4 de marzo de 1499.


TRANSCRIPCIÓN DE LA PRAGMÁTICA:

«Don Fernando e doña Ysabel por la gracia de Dios Rey e Reyna de Castilla, de Leon, de Aragon. A vos[1], los egipcianos que andáis vagando por estos nuestros reynos e señorios con vuestras mugeres[2] e hijos y casas, salud e gracia. Sepades que a nos[3] es hecha relación que vosotros andáis de lugar en lugar muchos tiempos e años ha sin tener officio ni manera de vivir[4] alguna de que os mantengais salvo pidiendo limosna e hurtando e trasagando[5], engañando e haciendo vos[6] hechizeros e adevinos[7] e haciendo otras cosas no devidas[8] ni honestas, seyendo como sois los mas de vosotros personas dispuestas para trabajar, o servir a otros que vos mantengan e den lo que habeys menester[9], o para aprender officios e usar dellos, de lo cual Dios nuestro señor es deservido[10] e muchos de nuestros subditos reciben dello agravio, y mal exemplo, e son danificados de vosotros. E porque a nos rey e reyna e señores pertenece en ello proveer e remediar mandamos dar esta nuestra carta para vos en la dicha razon.

Por lo qual vos mandamos que del dia que vos fuere notificada, o pregonada en la nuestra corte e en las ciudades e villas principales de nuestros reynos que son cabeças de partido hasta sesenta dias primeros siguientes vosotros e cada uno de vos bivays por officios conocidos[11] de que mejor vos supieredes aprovechar estando de estada en los lugares donde acordaredes de assentar, o tomedes bivienda de señores a quien sirvays[12] que os den lo que uvieredes menester, e no andeis mas juntos vagando por estos nuestros reynos como agora lo hacéis[13], o dentro de otros sesenta dias después primeros siguientes salgays de nuestros reynos, e non bolvays a ellos en manera alguna so pena de que si en ellos fueredes hallados, o tomados sin officio, o sin señores, o juntos, passados los dichos dias, que den a cada uno de vosotros cien açotes[14] por la primera vez e le destierren perpetuamente de estos nuestros reynos e por la segunda que vos corten las orejas y esteys sesenta dias en la cadena, e torneys a ser desterrados como dicho es, e por la tercera que seays cautivos de los que os tomaren por toda vuestra vida. E hecho el dicho pregón, e notificacion si fueredes o passaredes contra lo contenido en esta nuestra carta mandamos a los alcaldes de nuestra casa y corte e chancilleria e a todos los corregidores, asistentes, alcaldes, alguaziles e otras justicias cualesquier de todas las ciudades, villas e lugares de los nuestros reynos e señoríos que ejecuten las dichas penas en las personas y bienes de qualquier de vos que fueredes, o passaredes contra lo contenido en esta nuestra carta. Lo qual mandamos que se haga e cumpla assi sin embargo de cualquier nuestra carta de seguro que de nos tengays la qual y las quales desde luego revocamos[15]. E los unos, ni los otros no fagades ni fagan ende al por alguna manera…

Dada en la villa de Madrid, a quatro dias del mes de Março. Año del nacimiento de nuestro salvador Jesu christo de mil e cuatrocientos e noventa e nueve años. Yo el rey. Yo la reyna… En la muy noble ciudad de Granada, a quatorce dias del mes de octubre… de mil cuatrocientos e noventa e nueve años en la plaça de Bivarrambla de la dicha ciudad fue pregonada esta nuestra carta originalmente a boz de Juan de Burgos pregonero de sus altezas.»


La pragmática de 1499 era exactamente una ley migratoria que condicionaba la permanencia de los gitanos a dos requisitos fundamentales que desde entonces han sido el eje de la política oficial: primero, poner fin a su estilo de vida nómada y establecer residencia permanente, y, segundo, dedicarse a ocupaciones que los legisladores denominaban “conocidas”, es decir, empleos que pudieran ser claramente identificados como fuentes de sustento económico y dependencia laboral para estos nuevos súbditos. Esta pragmática, la primera de una larga lista que se sucederán en los próximos tres siglos, contribuye a perfilar la consideración social que la España de entonces tenía de los gitanos. El periodo idílico, como se conoce a la época entre la llegada de los primeros gitanos a España y 1499, llega a su fin con las primeras leyes anti-gitanas. Después de esta Pragmática, se inició en Castilla un prolongado periodo de persecución con el objetivo de forzar la integración de los gitanos o su eliminación, ya fuera mediante la expulsión o a través de un proyecto de exterminio. Posteriormente, en 1510, las Cortes de Aragón se sumaron a la represión y aplicaron penas como el trabajo forzado en galeras, azotes y destierro para aquellos que se negaran a renunciar a su idioma, oficios, vestimenta y costumbres, debiendo servir a un señor y adoptar un “officio conocido”, es decir, un trabajo que los alejaran de las costumbres tradicionales y de los trabajos que se les acusaba de haber estado desempeñando hasta entonces. Prácticamente, se les reducía a realizar trabajo campesino y a sustituir al nomadismo por un sedentarismo forzado. Sin lugar a dudas, esta etapa que comienza en 1499 representa uno de los periodos más desafiantes para la comunidad gitana, que todavía se encontraba en proceso de establecerse en el país. Durante este lapso, que durará hasta bien entrado el siglo XVII, se implementaron medidas prácticas que reflejaban la intención de los Reyes Católicos de expulsar a los “gitanos vagabundos” y emprender acciones para alcanzar tal propósito. En su mayoría, los gitanos llevaban una vida nómada en aquel entonces y en búsqueda de su identidad española, lo cual explica la intensidad de los conflictos entre ellos y el resto de grupos y clases sociales en la España del siglo XV y XVI.

 

CARLOS V EN MUHLBERG (1547) – TIZIANO, MUSEO DEL PRADO, 1548

1539: LA ERA DE CARLOS V

Carlos V (1500-1558) fue una figura prominente en la historia europea durante el siglo XVI. Ostentó varios títulos y gobernó vastos territorios, incluyendo el de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Archiduque de Austria, Rey de España y Señor de los Países Bajos. Nacido en la familia Habsburgo, Carlos heredó los dominios de su familia a una edad temprana: su padre, Felipe el Hermoso (1478-1506), era Archiduque de Austria y su madre, Juana la Loca (1479-1555), era hija de los Reyes Católicos. Durante su infancia, Carlos V fue criado en un entorno familiar y aristocrático en Flandes, donde recibió una educación apropiada para un futuro monarca. Fue allí donde adquirió una comprensión de las culturas y los asuntos políticos que lo prepararían para gobernar sus vastos territorios más adelante en la vida. Después de la muerte de su abuelo materno, Fernando II de Aragón, en 1516, Carlos V asumió el gobierno de la Corona de Aragón junto con su madre, Juana la Loca, debido a la temprana muerte de su padre en 1506. Las negociaciones que se tuvieron que llevar a cabo con las Cortes Castellanas para convertirse en rey de España fueron difíciles debido a la irregularidad de asumir el título real mientras su madre aún estaba viva y a que nunca había vivido en tierras españolas. Finalmente, fue aceptado como rey de Castilla y Aragón bajo ciertas condiciones impuestas por las Cortes, incluyendo el respeto a los derechos de su madre y la prohibición de llevarse metales preciosos fuera de España. Carlos V expandió su imperio a través de matrimonios estratégicos y conquistas militares, que incluyeron la colonización de las Américas. Buscaba establecer una monarquía universal y defendió la integridad del Sacro Imperio Romano Germánico ante varios desafíos, como la Reforma Protestante y conflictos con el Imperio Otomano y Francia. Eventualmente, Carlos V abdicó de sus títulos y le cedió el reinado a su hijo –Felipe II– se retiró a un monasterio y falleció en 1558.

 

Carlos V y Felipe II – Antonio Arias

 

Durante el reinado de Carlos V, la pragmática de sus abuelos se repitió en varias ocasiones, clara señal de que sus objetivos no se cumplían y la comunidad gitana seguía creciendo. En 1525, las Cortes de Toledo le pidieron que mandara ejecutar la pragmática de 1499 “que dispone que los de Egipto no anden por el reino…porque roban los campos y destruyen las heredades[16], y matan e hieren a quien se lo defiende, y en los poblados hurtan y engañan a los que con ellos tratan, y no tienen otra manera de vivienda”. En 1528, las Cortes de Madrid informan al monarca que “a causa de andar la gente de Egipto por el reino, se recibe mucho daño y se recrecen hurtos y otros inconvenientes, por ser la gente de la calidad que es”, y le suplican, de nuevo, que ejecute la pragmática de 1499. En 1534, esas mismas cortes volverían a la carga y solicitarán poner en práctica lo especificado en la pragmática “porque los de Egipto ahora andan por el reino” y le pedían que no se les otorgasen cédulas ni dispensaciones y que las ya existentes fueran revocadas.

Finalmente, en 1539, las Cortes de Castilla se reunieron en Toledo y hablaron sobre el hecho de que cada vez más vagabundos acompañaban a grupos de gitanos en sus viajes y habían adoptado sus costumbres, incluyendo la lengua, la cultura y la ropa. Fue allí cuando Carlos I emitió una ley adicional con el propósito de superar las deficiencias de la legislación de 1499 para abordar las quejas acumuladas a lo largo de los años debido a la falta de efectividad de la antigua norma. La principal diferencia entre esta nueva disposición y la anterior residía en la imposición de una pena de seis años de trabajos forzados en galeras para hombres de entre 20 y 50 años. La intención del monarca era lograr una mayor utilidad de la normativa en contra de los gitanos, lo cual se evidenciaba en la referencia a las personas no gitanas que se unían a las filas de este grupo, que a partir de entonces se consideraban dentro del ámbito penal establecido.

La ley promovida por Carlos V es la siguiente:


PENA DE LOS EGIPCIANOS QUE NO CUMPLIESEN LO MANDADO EN LA LEY PRECEDENTE

“Mandamos que la pena puesta por la pragmática de Medina contra los egipcianos se entienda conforme a lo en esta ley contenido; que si, siendo pasado el término en que han de salir, fueren hallados, o alguno de ellos solo, siendo varón sin oficio, o sin vivir con señor, o fueren de edad de veinte años hasta cincuenta, los envíen a las nuestras galeras[17], para que sirvan en ellas por espacio de seis años al remo, y pasados, mandamos al Capitán de las galeras y encargamos la conciencia, que luego los suelten y dejen ir libremente a sus tierras. Siendo de menos edad de los dichos veinte años y mayores de cincuenta, sean ejecutadas en ellos solo las penas la dicha pragmática contenidas. Si fueren halladas alguna o algunas egipcianas, mandamos se ejecuten en ellas solamente en la dicha pragmática contenidas en cada una de ellas, y aunque no lo sean, si anduvieren en hábito de gitanas hayan la pena de los azotes en la ley precedente contenida.”


La nueva ley incluye un novedoso castigo que marcará a la comunidad gitana de forma significativa: la pena de galeras[18]. España se encuentra en guerra en diferentes zonas del Mediterráneo, por lo que necesita hombres jóvenes para remar los barcos y se aprovechará de la falta de trabajo reconocido en miles de gitanos. Se les conoce con el nombre de “galeotes”, quienes, a cambio de la conmutación de la pena de prisión realizarán este duro trabajo forzado, algo que ya hiciera Cristóbal Colón a partir de su tercer viaje a América con delincuentes que eran indultados a su regreso a España a condición de realizar estos viajes. Esta forma de pena era una de las más severas de la época y se aplicaba frecuentemente a delincuentes reincidentes y a aquellos que cometían delitos graves. Los galeotes podían ser tanto criminales comunes como miembros de grupos marginados, como los gitanos. El trabajo de los galeotes consistía en remar durante largas horas, una tarea extremadamente extenuante y peligrosa, ya que las condiciones en las galeras eran muy duras. Los remeros estaban encadenados a los bancos de remo, lo que les impedía moverse libremente y los exponía a constantes castigos físicos en caso de no cumplir con su labor. Además, las galeras eran utilizadas en misiones militares, lo que aumentaba el riesgo de muerte o heridas en combate. La vida de un galeote era particularmente difícil debido a la falta de alimentación adecuada, las enfermedades y el trato brutal que recibían de los capataces. A pesar de estas condiciones, algunos preferían esta forma de castigo a la reclusión en las cárceles, que también eran extremadamente duras y caracterizadas por el hacinamiento y la falta de recursos básicos. Encontrar suficiente mano de obra era un desafío constante debido a las terribles condiciones de vida, los bajos salarios y el arduo trabajo de remar, lo cual desalentaba a los individuos más pobres y necesitados de unirse voluntariamente a las tripulaciones de las galeras. La pena de galeras representaba una prueba tan ardua de superar que en las leyes de los siglos XVI, XVII y XVIII se menciona como el grado más alto al que se le podía destinar a un delincuente de cualquier tipo. Esto llevó, posiblemente entre otras razones, a que los legisladores castellanos la utilizaran inicialmente como una alternativa para conmutar las sentencias de aquellos hombres que, en la práctica, estaban condenados a muerte debido a la dureza de la pena. A medida que las demandas militares del país aumentan, los tribunales civiles también amplían su jurisdicción en relación con los delitos que pueden llevar a un condenado a sufrir el castigo de galeras. Con el fin de compensar la escasez de remeros, se recurrió a la mano de obra servil proveniente de grupos sociales marginados. El reinado de Carlos I representa el primer intento serio de la Corona española por reclutar hombres para el servicio marino, una actitud que se intensificará con el ascenso al trono de Felipe II y las circunstancias de su reinado. Cuando la escasez de remeros alcanzaba niveles críticos, se encontraba una solución temporal mediante la emisión de órdenes de captura dirigidas específicamente a personas marginales y gitanos nómadas, lo que resultaba en una búsqueda intensa de gitanos aptos para el remo en galera. Esta explotación de recursos humanos se argumentaba en base a la necesidad de proteger el imperio español, lo que suponía un claro utilitarismo del pueblo gitano.

 

Gypsies Fortune Telling, woodcut in the Cosmographie Universalle of Munster, 1552, Basle (Courtesy of Robert Dawson Romany Collection)

Otro añadido significativo a la nueva pragmática de 1539 en relación a las leyes anteriores, es que se especifica que las  mujeres vestidas de gitanas recibirán la pena de azotes, incluso si no son gitanas. Aunque la nueva ley no especificaba el tipo de vestimenta que debían usar, es evidente que las autoridades perseguían la eliminación de una imagen unificada que rechazaba cualquier tipo de variación étnica, especialmente de un grupo altamente subversivo. El “hábito de gitanas” codifica cuestiones de distinción racial e identidad en relación con otros grupos, por lo que su abolición se consideraba el paso necesario para integrar a la comunidad gitana en las comunidades locales.

A pesar de la nueva ley, las cortes castellanas siguieron lamentándose en años sucesivos. Solo 3 años después, en 1542, las autoridades pedían que no dejaran a los gitanos “andar ni entrar en estos reinos y que no se les dé licencia para ello, y que si les diere que sea obedecida y no cumplida”. En 1551, las Cortes de Madrid le suplicaban al monarca que se asegurara de que la ley firmada por él se aplicara y que los salvoconductos no tuvieran validez. Todo ello nos indicaría, además de que las leyes anti-gitanas no se estaban poniendo en práctica como el monarca y la parte más represora de la sociedad pretendía, una presencia creciente de la comunidad gitana que haría imposible poder controlarlos a todos así como un notable aumento en la dificultad de distinguir a gitanos de aquellos que no lo eran, uno de los grandes axiomas que todavía hoy, en pleno siglo XXI, sigue estando presente en la cultura hispana y latina.

 

QUIZ Nº 2: DESPUÉS DE LEER EL TEXTO, COMPLETA EL SIGUIENTE TEST PARA COMPROBAR SI LO HAS ENTENDIDO BIEN:

 

PREGUNTAS SOBRE LA HISTORIA:

1. ¿Quiénes fueron los Reyes Católicos, Isabel y Fernando? ¿Qué importancia tuvieron en la historia de España? ¿Cómo consideraron la gran diversidad religiosa de la Península Ibérica?

2. ¿Qué acciones legales pusieron en práctica los Reyes Católicos hacia la comunidad gitana? ¿Qué objetivo tenían estas acciones? ¿Qué resultado tuvieron?

3. ¿Cuál fue el motivo que llevó a los Reyes Católicos a emitir la Pragmática de 1499? ¿Cuáles eran las consecuencias para aquellos gitanos que no cumplieran con lo establecido en la Pragmática? ¿Qué autoridades tenían la responsabilidad de hacer cumplir las penas establecidas en la Pragmática?

4. ¿Qué crees que pensaría acerca de los gitanos una persona que leyese la pragmática de 1499? ¿Qué tipo de definición podría crearse a partir del texto?

5. ¿Consideras que dicha pragmática fue un intento apropiado para incorporar a la comunidad gitana a la sociedad española? Explica tu respuesta.

6. ¿Cómo se puede comparar a los gitanos con otras minorías étnicas, sociales o religiosas de la misma época? ¿Cómo se relacionaron entre ellos? Da detalles en tu respuesta y menciona a diferentes grupos.

7. ¿Qué rol tuvo Carlos V en la persecución contra los gitanos? ¿Consideras que, en relación con la comunidad gitana, Carlos V continuó el trabajo de sus abuelos –los Reyes Católicos–, mejoró o agravó la situación de dicha comunidad?

8. ¿Qué similitudes y diferencias has localizado en ambas leyes, la de 1499 y la de 1539?

9. ¿Hay alguna mención específica sobre castigos a mujeres gitanas en ambas leyes? ¿Cómo las interpretas?

10. ¿Cómo fueron tratados los gitanos en Francia o Inglaterra? ¿Qué era el “Egyptians Act”? Por lo que has aprendido de los gitanos españoles, ¿crees que los ingleses y franceses eran tratados igual, mejor o peor que en España?

 

 

Comedia llamada MEDORA

muy afable y regozijada, compuesta por Lope de Rueda

 

La obra que leerán a continuación es una de las cuatro comedias publicadas en 1567, aunque escritas varios años antes. En esta, la GITANA –sin nombre– pretende venderles el hijo que robó hace años a su familia original con la excusa de haberlo criado y mantenido durante todo este tiempo. En el capítulo 1, tuvieron la oportunidad de leer una parte de la obra en la cual Gitana se encuentra con un criado llamado Gargullo y, en su interacción, se descubren muchas de las características arquetípicas de la representación literaria y artística de la mujer gitana en la España de entonces. Ambos aparecen en la portada de la primera edición de la comedia. 

NOTA: Esta no es la obra de teatro completa, solo algunas partes en las que el personaje de la Gitana tiene un papel preponderante. 

 

LISTA DE PERSONAJES:

Gargullo, lacayo.

 

Casandro, gentilhombre.

Una gitana. Falisco, su criado.
Micer Acario, ciudadano. Perico, su paje.
Barbarina, su mujer. Lupo, padrastro de Estela.
Angélica, su hija, dama. Estela, donzella.
Medoro, hijo de Acario. Armelo, que es el Medoro.
Paulilla, moca. [Peñalba, lacayo.]
Ortega, simple de Acario. [Logroño, lacayo.]
Agueda, mujer anciana de Lupo.

 

Autor que hace el introito[19]

 

Un micer[20] Acario, nobles auditores, tuvo dos hijos en Barbarina[21], su mujer: un varón y una hembra, tan semejantes en forma y gesto cual suele y puede hacer cada día la gran maestra naturaleza. En este tiempo, andando los gitanos por estas partes, por no estar Acario ni Barbarina, padres de los niños, en casa, una gitana entra y hurta a Medoro, que así había nombre del muchacho[22], y deja en la cuna un gitanillo, hijo suyo, muy malo; tanto que de allí a pocos días murió. Quedando Angélica, que así se llamaba la niña, criándose en casa de los padres y creciendo en hermosura, honestidad y buenas costumbres, Casandro, gentilhombre, de noble sangre, de Angélica se enamora. En este comedio[23] aparece la gitana, que trae a Medoro en su compañía, vestido en hábitos de mujer, llamándole Armelio/a. El Casandro que la ve, pensando que es Angélica, le habla en amorosas palabras, y el muchacho le desconoce[24]. Sobre esto verán, señores[25], graciosísimas marañas[26] y de qué suerte[27] descubre la gitana cuyo hijo es Medoro. Porque todas estas cosas son parte de la comedia para hacerla más graciosa y servir a vuesas[28] mercedes como todos deseamos. Et valete[29].

 

BOCCACCINO, Gitana italiana, c.1516

 

 

 

Scena Primera

 

. . .

 

[al final de la Primera Escena]

GITANA.       Ves aquí, hijo Armelio, el pueblo tan deseado por nosotros. Aquí bien podemos reposar[30] algunos días. Y entretanto que Dios otra cosa ordena, es de menester[31] de buscar la vida entre las nobles personas y que tú, hijo mío, te mantengas en este hábito discretamente hasta que los nuestros negocios[32] vengan a un fin próspero y agradable.

MEDORO.       Madre, así se haga como lo mandáis[33]. Y entretanto que buscas la vida, si me concedes licencia, quiero ir a dar vuelta por este pueblo, donde me habéis dicho que soy[34], que grande alegría siento en sólo verlo.

GITANA.       Hijo, ve en buena hora. Y si te perdieres, pregunta por el portal de Ruçafa y así no podrás errar. Y mira por ti. Dios te guíe y te guarde.

 

. . .

 

Scena Tercera

 

Interlocutores

ARMELIO (MEDORO); CASANDRO, gentilhombre; FALISCO, criado; ÁGUEDA, anciana;

UNA GITANA

 

MEDORO.       Verdaderamente, grande es el amor de la patria. Y así tengo por averiguado[35] que la tierra donde nacemos tenga algún tanto de consanguinidad con el cuerpo humano. Y que ello sea así verdad. Entrando que entré en este pueblo, habiendo entendido que en él nací, me recreció en el ánimo una conocida operación de un cierto amor y reverencia, con afición mezclada, por donde agora[36] siento ser aquel lugar por tantos tiempos de mí deseado. Me he holgado, por cierto, y más holgaría si supiese quién son mis padres. Quiero retirarme, como la gitana me dijo, al Portal de Ruçafa. Mas[37] hacia acá viene gente. Conviene desviarme[38] un poco en tanto que pasa.

FALISCO.       Señor, la vista o la imaginación me engaña, o es aquélla vuestra muy querida Angélica.

CASANDRO.       Gran cosa sería si la imaginación no te engañase. Antes yo te lo quería decir. Pero estoy asombrado y maravillado que una tan honesta y recogida donzella vaya así sola fuera de su casa.

FALISCO.       Ella es. ¿No ve que de nosotros se esconde?

CASANDRO.       ¿Qué haré, Falisco? ¿Has visto cómo me soy demudado[39]?

FALISCO.       Señor, no os turbéis. ¿Qué hiciérades si encontrárades[40] con algún enemigo vuestro armado en mitad de esta calle, cuando, saliéndoos a la vista una cosa que tanto deseáis, os habéis así alterado y cambiado de la color[41]? ¿De qué teméis?

CASANDRO.       ¡Oh, Falisco! Operaciones son lo que hace el amor.

FALISCO.       Yo no sé a qué propósito se te desvía, queriéndote tanto.

CASANDRO.       Ésta es, Falisco, la que me pone en partido la vida. Y por un cabo me combate el deseo de salirle al encuentro, y por otro me refrena el temor, viéndola así esquivarse de nosotros.

FALISCO.       Señor, aquí conviene tomar buen acuerdo.

CASANDRO.       No sé qué partido tome[42], si tú no me aconsejas.

FALISCO.       Señor, si vos sois contento con mi consejo, yo no podré faltaros.

CASANDRO.       Falisco, amigo, dime lo que debo de hacer.

FALISCO.       ¿Qué? Posponer todo temor, porque las mujeres siempre desean ser rogadas. Preséntate ante ella con aquel modo mejor que el amor os sabrá mostrar. Y demándale cortésmente la ocasión de tal movimiento. El resto yo no soy suficiente a enseñaros, pues vos tenéis capacidad para todo ello.

CASANDRO.       ¿Me aconséjas eso?

FALISCO.       Señor, sí. ¿De qué tenéis miedo?

CASANDRO.       Yo voy. (A Medoro) Gentil doncella, merced con la cual yo vivo, y si es lícito[43] a un humildísimo criado vuestro saber la ocasión de haberos salido así sola fuera de vuestra casa, os ruego por aquel dios que me atravesó el pecho el mismo día que os di y entregué mi voluntad, que de mí no lo escondáis, pues sois cierta[44] que antes moriré por respeto vuestro, habiendo ocasión, que vivir por otro.

MEDORO.       Gentilhombre, vos mostráis en el hábito y manera ser cortés y bien acostumbrado, mas vuestras palabras son al contrario. No es usança[45] de personas nobles dar fastidio a ninguno[46], especialmente a mujeres. Y así os ruego, si en vos hay centella de cortesía[47], os queráis ir a vuestro viaje.

CASANDRO.       Y, ¿cómo, señora, será aquella respuesta el premio de tanto amor que siempre os he tenido y vos me habéis manifestado?

MEDORO.       Señor, no seáis tan descortés, por amor de Dios. Id en buena hora, pues os lo ruego.

GITANA.       Buenos días, buenos días. Ven acá, rapaza[48]. ¿Qué haces aquí tú con ese señor?

MEDORO.       Yo no hago ninguna cosa, sino que él es pesado y fastidioso.

CASANDRO.       ¡Ay de mí, señora! ¿Fastidioso?

GITANA.       Anda, vete con Dios, gentilhombre. Anda, vete con Dios. ¿No sabes que no es usanza hacer mal ni enojar a mujeres, especialmente siendo forastera?

CASANDRO.       ¿Forastera? Bien lo creo que vos lo seáis, mas[49] esta señora no la conozco yo por forastera.

GITANA.       Tú estás engañado, señor mío.

—Armelia, chuchuli, mechulachen, escucha una palabra[50].

CASANDRO.       ¿Qué es esto, Falisco?

FALISCO.       Yo estoy fuera de mí.

ÁGUEDA.       Dios os contente, señor Casandro. Dios os contente.

CASANDRO.       ¡Oh, señora Águeda! ¡A qué buen tiempo sois venida!

ÁGUEDA.       Y, ¡cómo! ¿Qué hay de nuevo?

CASANDRO.       Veis aquí a Angélica, mi señora.

ÁGUEDA.       ¡Señora Angélica!

—¡Ay de mí, no me habla! ¿Y quién es ésta que está con ella?

CASANDRO.       No sé. En mi vida la vi. Mas que[51] a mi señora le he suplicado que me hable y no muestre en sí semblante[52] de conocerme, antes me arroja[53] de sí, llamándome pesado y fastidioso. Señora Águeda, de gracias recibiré merced muy señalada que os lleguéis allá y le preguntéis la ocasión de semejante movimiento, que yo me apartaré aquí en tanto.

ÁGUEDA.       Así lo pienso de hacer.

—Dios os contente, hija hermosa. Decídme, mis ojos[54]. ¿Queréis que os diga una palabra aquí aparte?

GITANA.       ¿Tú qué quieres hablar aparte a los ojos ajenos? ¿Tú piensas de engañarlos? Anda, vete con Dios, buena mujer. Anda, vete con Dios.

ÁGUEDA.       Yo no hablo contigo, hermana mía.

MEDORO.       Andá en buena hora[55]. Andá en hora buena, mujer honrada, que yo no soy por ventura quien vos pensáis.

ÁGUEDA.       Y, ¿cómo? ¿Tan presto os habéis desacordado[56] de la vuestra Águeda[57] y del amor del vuestro Casandro? Yo no sé en qué modo os sufre el corazón desecharlo y consumirlo así.

MEDORO.       Déjate de eso, hermana mía, déjate de eso, que yo no te entiendo.

GITANA.       Anda, vete con Dios. No tienes de paciencia a quien está desesperada y sola en tierra ajena.

ÁGUEDA.       ¿Desesperada? Desesperaos cuanto quisieredes[58]. Desviaos allá. ¿Y quién os llama aquí, amiga? ¡Catá[59] que es donaire!

GITANA.       Anda, vete con la ira mala y dexa estar los hijos de los pobres[60]. Y, ¿qué piensa hacer esta bruja[61]?

ÁGUEDA.       Tú eres la bruja. Y a esta moza[62] yo la conozco muy bien y ha de ir conmigo a pesar vuestro, don diablo meridiano.

GITANA.       Por la fe que mantengo, si a mi os llegáis, que yo os rasgue[63] esa cara. Llégate acá, hija mía.

ÁGUEDA.       ¡Por vida de mi ánima que ha de ir conmigo!

MEDORO.       ¿Qué es aquesto[64], mujer de bien, que os ha movido a reñir[65] sin razón?

GITANA.       ¿Habéis visto qué mala hembra?

ÁGUEDA.       ¿Habéis visto qué ladrona?

FALISCO.       Señor Casandro, desparta vuesa merced esta brega[66].

CASANDRO.       Yo temo de enojar a mi señora Angélica. Despártelas tú, Falisco.

FALISCO.       Tírate afuera, ribalda[67], que te haré encorozar[68]. Y, ¿adónde llevas tú esta señora? Y más me espanto yo de vuestro seso, señora Águeda. ¡Llegar a las manos con semejante persona por cosa que se puede remediar con palabras!

MEDORO.       ¡Ay, hermano mío, de gracia, despartildas[69]!

FALISCO.       Señor Casandro, ponerlas en paz.

CASANDRO.       ¿Os hago servicio a vos, señora?

MEDORO.       Antes merced grandísima.

CASANDRO.       Pues, ¿cuál cosa no haré yo, señora, por complaceros? Águeda, por amor de mí, que, depositada la cólera[70], os entréis todas conmigo en mi posada y allí veremos de dónde depende esta maraña, que yo quiero pagar la colación.

ÁGUEDA.       Por mí, señor, aquí estoy.

CASANDRO.       Y vos, hermana, ¿holgaréis de ello?

GITANA.       ¿Yo, señor? Vamos mucho enhorabuena.

CASANDRO.       ¿Y vos, señora?

MEDORO.       Yo, señor, como mi madre quisiera.

FALISCO.       Pues, yo voy a aderezar la colación.

CASANDRO.       ¡Sus! Ve corriendo y aderézalo[71] todo, que ya vamos.

 

PREGUNTAS SOBRE EL TEXTO:

  1. Resume, con tus propias palabras, el introito que aparece al comienzo de la obra. ¿Cuál es la acción principal que da lugar al argumento de la obra?
  2. ¿Quién es Medoro? ¿Cuál es su origen? ¿Por qué piensas que Medoro se siente tan contento al ver el pueblo donde nació?
  3. ¿Qué preguntas se hace Medoro al comienzo de la Escena Tercera? ¿Cómo va vestido?
  4. ¿Quiénes son Falisco y Casandro? ¿Cómo reaccionan cuando ven a Medoro? ¿Qué  le recomienda Falisco a Casandro?
  5. ¿Por qué Águeda no entiende lo que está pasando al ver a Angélica con la Gitana? ¿Cómo intenta mediar Medoro en la pelea?
  6. ¿Cómo termina la escena?
  7. ¿Cómo crees que continuará la obra? Regresa ahora al paso que leímos en el capítulo anterior para descifrar los planes de Gitana.

 

COMEDIA LLAMADA MEDORA

ESCENA SEXTA Y ÚLTIMA

Interlocutores

 MEDORO, hijo de Acario; ACARIO, ciudadano; BARBARINA, mujer de Acario;

 ÁNGÉLICA, dama; GARGULLO; y UNA GITANA

 

MEDORO     Señores, catad[72] que os digo que me dexéis[73].

ACARIO    ¡Ay, hija mía! Por amor de Dios que no se le ponga tal en el pensamiento, sino camino y curarte han de esa enfermedad. Y cuando te hayas confesado, remanescerás[74] sana y contenta.

MEDORO     Confesaos vos, que debéis de ser algún malaventurado.

ACARIO.     ¿A tu padre?

MEDORO.     ¿Cual padre? Ni quiero que seáis mi padre, ni veros tampoco.

BARBARINA.    ¡Ay, hija mía! Yo te encomiendo al señor San Bartolomé. Y ten confianza en Dios, que no morirás d’este mal.

MEDORO.    ¡Ay, Dios! ¡Y no estuviera yo desligado![75]

BARBARINA        Tened entendido que ella tiene alguna legión de espíritus.

GARGULLO.        Señor, todos tenemos hoy el diablo en el cuerpo, que vuestra hija Angélica yo la dejo en casa.

ACARIO      Calla, borracho.

GARGULLO       ¿Borracho? Agora lo sabréis.

ACARIO       Llama ya en esa puerta.

GARGULLO      ¿Que llame? Espera, pues. ¡Ah de casa![76]

ANGÉLICA       ¿Qué novedad son aquesas[77]?  ¿Adónde tenéis el entendimiento, señor padre y señora madre?

ACARIO       ¡Mujer!

BARBARINA.     ¡Marido!

GARGULLO       ¡Ah, señores! ¡Estoy agora borracho?

ACARIO.      Digo que tienes razón. Barbarina, ¿qué os parece esto?

BARBARINA       ¿Y que os parece a vos?

ACARIO        ¿A mí? Que no sé si es espíritu o si es Angélica.

MEDORO       Dejadme, ¿ya n’os lo he dicho, viejos endiablados?

ACARIO.     Ven acá, ¿tú quién eres? Barbarina, no sé qué me diga, que aquella me parece a mí Angélica.

BARBARINA       Y a mí aquesta. ¿Y a ti, Gargullo?

GARGULLO      A mí aquesta y aquella.

ACARIO      Anda, vete, loco; ¿cómo puede ser aquesta y aquella? Pero dejémoslas a ambas y traigamos algún conjurador[78], que si alguna déstas[79] es espíritu, no será tan importuno que no se vaya.

GITANA.      Buenos díaz, buenos díaz. Ven acá, rapaza[80]; ¿adónde te has escondido?

MEDORO      ¡Ay, amada madre!

ACARIO      ¿Cuál madre o cuál diablo?

GITANA.      Madre soy de aquesta muchacha. Dejadnos en paz, que aquesta es mi hija.

ACARIO      ¿Cuál hija?

GITANA      Y vosotros, ¿por qué habéis ligado[81] la muchacha como bestia en caballeriza?

ACARIO      ¿Que aquesta es tu hija? Tú mientes por mitad de la cara, ¿no está claro que dices grandísima falsedad y mentira?

GITANA     Tú eres el que dizes la mentira, que aquésta es mi hija.

BARBARINA.    Está queda[82], muger de bien.

ACARIO      Gargullo, ¿qué haces? Ayúdanos aquí.

GARGULLO       ¿Qué os tengo de ayudar, si la habéis dejado desligar?

GITANA        Agora, señores, yo os veo a todos en gran confusión, y si me perdonaseis un hurto que en algún tiempo se os hubiese hecho, yo os declararía a vista de los ojos, clara y distintamente, cuál de aquestas es vuestra hija.

GARGULLO.      ¡Ah, ladrona! Venida sois a pagar el saco de carbones que me hiciste creyendo que eran dineros, y la cadena de mi señor Acario, y mi escudo y capa, todo me lo habéis de dar aquí juntamente.

ACARIO.      Déjala estar, Gargullo, que más que todo eso se le ha de perdonar con que nos saquen deste laberinto.

GITANA.      Y vos, señora, ¿perdonáisme[83]?

BARBARINA       Yo, ni más ni menos.

GITANA       Pues ya que estoy perdonada de ambas partes, decidme: ¿habéis tenido más hijos que aquesta moza?

ACARIO     No más que aquesta sola.

GITANA       ¿Qué? ¿Nunca tuviste hijo alguno?

ACARIO      Sí, otro hijo tuve que nació con ella y de un mismo parto.

GITANA      Y ese hijo, ¿es vivo?[84]

ACARIO      No es vivo; ¡ojalá nos viviera!

GITANA      Y veamos, ¿cómo lo sabéis?

ACARIO       Yo os lo diré: enfermó de una fiebre mortal y en cuatro se nos murió.[85]

GITANA.    ¿Acuérdase bien[86], señor, si es muerto?

ACARIO.     ¿No os digo que se nos murió? Y estando en la cuna se nos desfiguró, que en rostro y facciones era semejante a su hermana[87].

GITANA      Mira, señor, no te lo hubiesen cambiado en la cuna.

ACARIO     ¿Quién me lo había de cambiar, o cómo?

GARGULLO      Señor, guarte della[88], no te quiera hacer alguna burla, que es una ladrona.

GITANA.    ¿No os acordáis que en aquel tiempo andaban los gitanos por el mundo?[89]

ACARIO.     Verísimo es.[90]

GITANA.     Pues oidme, oidme, que yo soy aquella que os robó vuestro hijo Medoro, el cual es este, y el que se os murió era un gitanico, hijo mío.

ACARIO       ¡Santa Maria! Señora hermana[91], enséñamelo, que si él es, ha de tener un lunar en la frente bajo el cabello.

GITANA.     Vesla aquí, señor, vesla aquí.[92]

ACARIO      ¡Oh, carísimo hijo Medoro! Ven, ven, reposa en los brazos de tu padre.

BARBARINA.     ¡Ay, hijo Medoro! ¿Y es posible que eres vivo después que yo por muerto te tenía?

MEDORO.    Sí que soy vuestro hijo y soy vivo.

BARBARINA       Angélica, hija; abaja de presto[93] a abrazar a tu hermano.

ANGÉLICA      Que me place.

GARGULLO      Pues, ¿yo he de quedar sin abrazarte? Espera.

ANGÉLICA      ¡Ay, caro[94] hermano! Que no puedes negar aquel que tú eres.

MEDORO       Ni menos tú, mi carísima Angélica.

ACARIO.      ¡Mirad con qué regocijo se recobraría hurto como aqueste[95] ni con tanta ceremonia!

GITANA       ¿No os parece que habéis sido venturoso haber hallado un hijo gentil hombre y hermoso y así criado desta suerte?

ACARIO.      Digo que tenéis razón, y de aquí adelante tendréis en mí un hermano y en mi mujer una hermana y en cualquiera destos un hijo.

ANGÉLICA       Ya que habéis perdonado a la gitana, señor padre, haced cuenta que las perdonanzas[96] son hoy generales.

ACARIO.      Así es la verdad.

ANGÉLICA       Luego suplícoos[97] que me perdonéis un pecado.

ACARIO.     Di hija, que todas las culpas se perdonan hoy en esta casa por mí.

ANGÉLICA       Habéis de saber que me he desposado[98] con Casandro, gentilhombre, rico y bien acostumbrado, y natural de la Villa misma.

ACARIO.      ¿Casandro? Está bien. Señora mujer, dese perdonanza a todo, hazme este placer.

BABARINA       ¿Así que con Casandro? Soy contenta.

ACARIO.       Hijo Medoro, toma a tu hermana Angélica por la mano y entraos allá dentro. Y tú, Gargullo, con toda la crianza del mundo llamarás a Casandro para que se efectúen sus bodas.

GARGULLO      Señor que me place. ¡Ea, señores! Cada uno se vaya a su posada, que si toda la gente que está allá dentro y vuesas mercedes[99] han de comer en casa, bien podemos echar a cocer la mula y su gualdrapa y todo[100], y por tanto perdonen.

PREGUNTAS SOBRE EL ACTO VI Y ÚLTIMO DE MEDORA

1. ¿Por qué Acario quiere que Medoro se confiese? ¿Cómo reacciona Medoro cuando Acario le dice que debería confesarse?
2. ¿Qué confusión tienen Acario y Barbarina sobre Angélica y Medoro?
3. ¿Qué propone Acario para resolver la confusión sobre la identidad de Angélica y Medoro?
4. ¿En qué momento del texto aparece Gitana y cuál es su primera interacción con los otros personajes? ¿Qué revelación hace sobre la identidad de Medoro?
5. ¿Cómo se sienten Acario y Angélica al descubrir la verdadera identidad de Medoro?
6. ¿Qué evidencia proporciona la gitana para probar que Medoro es hijo de Acario? ¿Cómo interpretas su función en la obra?
7. ¿Cómo cambia la situación de Medoro y la relación entre los personajes después de la revelación de la gitana?
8. ¿Qué importancia tiene el acto de perdón hacia la gitana y cómo afecta este acto a la dinámica familiar en la obra?
9. ¿Qué nos dice la historia de la gitana sobre las cuestiones de identidad y pertenencia en la obra? ¿Qué crítica social o comentario sobre la marginalización y los prejuicios puede estar implícito en el personaje de la gitana?

 

 

 

 


  1. Vosotros. "Vos" se utiliza con el significado moderno de "os" y de "vosotros".
  2. Al contrario de hoy en día, las letras "g" y "j", al no existir reglas de ortografías estándares, alternaban con frecuencia incluso, como en este caso, con la misma pronunciación: /x/. De ahí, como tenemos en esta frase, "mugeres e hijos".
  3. "A nosotros". Es habitual, como hemos visto en "vos", la confusión de pronombres personales de sujeto con los de objeto.
  4. Existe la misma confusión entre las letras "b" y "v".
  5. Moviéndose de un lugar a otro.
  6. Haciéndoos, haciéndose = convirtiéndose.
  7. Adivinos (fortune tellers)
  8. Que no se deben hacer.
  9. Lo que necesitéis.
  10. Deservir indica que los gitanos faltan a la obligación que se tiene de obedecer a alguien, en este caso, se refiere a que Dios no merece lo malo que puedan hacer los gitanos.
  11. Viváis de oficios conocidos, es decir, trabajos reconocidos por la sociedad en lugar de delinquir.
  12. Viváis en casas de señores para los que trabajen
  13. Como hacéis hoy/ahora.
  14. Azotes (whips)
  15. Se refiere a los posibles salvoconductos reales de los que pudieran disponer los gitanos y que, a partir de la pragmática, quedaban invalidos.
  16. Terrenos cultivados
  17. Barco grande de vela (galleys).
  18. Galleys.
  19. En el teatro clásico español, el introito era el prólogo que explicaba el argumento de la obra.
  20. Señor; del italiano “messer”, mi señor.
  21. Con Barbarina.
  22. Que así se llamaba el muchacho.
  23. En este momento de la obra.
  24. Le reconoce que no es Angélica y que no se conocen.
  25. Uso del vocativo, “señores”, dirigidos al lector de la comedia, pero también a los espectadores de la obra de teatro.
  26. Enredos, situaciones complicadas.
  27. Forma, manera
  28. Vuestras mercedes, nuevo uso del vocativo para referirse a los mismos “señores”.
  29. "Y adiós", en latín.
  30. Descansar, tomar posada.
  31. Es menester, es necesario.
  32. Nuestros negocios. En español moderno el artículo ha desaparecido antes de los pronombres posesivos (mi, tu, su, nuestro, vuestro, suyo, etc.), aunque permanece en otras lenguas romances como el italiano o el catalán.
  33. Es importante recordar que la forma verbal de "vosotros" se utilizaba en el siglo XVI como forma de cortesía/respeto para dirigirse a una persona. En la Edad Media tratan de "vos" los hijos a sus padres, así se dirige la gente al clero y, por supuesto, cualquiera que hable a su señor o amo. El "vos" de respeto en el castellano peninsular sería reemplazado por "vuestra merced" (y más adelante por "usted") en el siglo XVII.
  34. Donde me habéis dicho que nací, del que soy originariamente.
  35. Así he descubierto, he aprendido mediante la experiencia.
  36. Ahora.
  37. Pero.
  38. Alejarme, tomar otro camino.
  39. Demudarse: “Cambiarse repentinamente el color, el gesto o la expresión del semblante”, a consecuencia de lo que ha visto.
  40. ¿Qué haríais si os encontrárais?
  41. El color de la cara.
  42. No sé qué partido tomar; no sé qué decisión tomar.
  43. Legal, justo.
  44. Puedes estar segura.
  45. Habitual, común
  46. No es habitual que los nobles molesten a los demás.
  47. Si queda algo de cortesía; alguna capacidad de ser cortés aunque sea mínima.
  48. Muchacha, joven.
  49. Más en el sentido de “pero, sin embargo”.
  50. Son palabras inexistentes, que suenan a palabras de la lengua romani por la aliteración/repetición de la letra "ch".
  51. Pero
  52. La cara, el rostro.
  53. Insulta, menosprecia
  54. Expresión habitual usada por las gitanas en la literatura de esta época para llamar la atención de alguien no gitano.
  55. Forma amable de pedirle que se vaya y deje de molestarla.
  56. Olvidado.
  57. De nuevo, uso del artículo antes del pronombre posesivo: “vuestra Águeda”.
  58. Cuanto queráis/quiera.
  59. Mira, mirad.
  60. Deja estar (a): deja tranquilos a los hijos de los pobres.
  61. Witch.
  62. Muchacha, mujer joven y soltera
  63. Arañe, desfigure.
  64. Esto.
  65. Discutir.
  66. Separe usted esta riña (discusión).
  67. Bellaca, delincuente.
  68. Condenar.
  69. Separadlas.
  70. Terminada la pelea.
  71. Prepáralo.
  72. Mirad, poned atención.
  73. Que me dejéis ir. Porque lo han atado con cuerdas porque sospechan de él debido a su extraño parecido con Angélica
  74. Te pondrás
  75. Soltado, sin las cuerdas, ya que lo han atado porque sospechan de él.
  76. Interjección usada en el siglo XVI para llamar a la puerta y preguntar si hay alguien en casa.
  77. Esa, viene del castellano medieval, al igual que "esta" procede de "aquesta".
  78. Persona que realiza conjuros, como un mago o hechicero.
  79. Contracción de "de" + "éstas"
  80. Mujer joven.
  81. Atado, con cuerdas.
  82. Tranquilízate, cálmate.
  83. ¿me perdonáis?, ¿me perdona?
  84. ¿Está vivo?
  85. Obviamente es una historia inventada para no admitir lo que pasó en realidad.
  86. Recuerde bien, haga memoria.
  87. Se parecía mucho a su hermana.
  88. Tenga cuidado con ella. Es una expresión originaria del portugués antiguo.
  89. ¿No recuerda que en aquella época había gitanos por esta zona?
  90. Es verdad.
  91. Expresión usada para pedirle ayuda. No es su hermana.
  92. Aquí lo puedes ver.
  93. Baja rápidamente, ven en seguida.
  94. Querido, amado
  95. Este: también del castellano antiguo
  96. Los perdones.
  97. Os supligo, os ruego.
  98. Me he prometido, para casarse próximamente.
  99. Vuestras mercedes; se dirige directamente al público que está viendo la obra en el teatro.
  100. Termina la obra con una broma: necesitarían cocinar una mula para darle de comer a todos los que asisten a la representación de la obra en el teatro.

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